Felicidad
Moreno (Lagartera,
Toledo, 1959) Como
otros pintores abstractos de su generación, desde Jonathan Lasker a Fiona
Rae, Felicidad Moreno ha ido construyendo su lenguaje con elementos tomados de
la historia del arte del siglo XX y de la cultura visual contemporánea:
figuras geométricas, patrones ornamentales, drippings, churretones o lagos
de color fluido, etc. Lo curioso es que a partir de esos materiales en apariencia
incongruentes entre sí, Moreno ha forjado un estilo inconfundible, y que
conserva su identidad a lo largo del tiempo. La clave de las pinturas de esta
exposición se encuentra quizá en una serie de collages titulada
Hilos, formada por hilos de coser de colores pegados sobre fotogramas
en blanco y negro. Estos collages recuerdan el irónico experimento 3 stoppages
étalon, que Duchamp realizó en 1913 al dejar caer tres hilos de
coser de un metro de largo desde una altura de un metro y conservar las tres curvas
aleatorias resultantes, como una muestra de azar en conserva. En la
pintura de Moreno, los aleatorios hilos duchampianos reaparecen por todas partes,
en forma de largas cintas de colores de trazado sinuoso o bien recogidos en una
especie de marañas parecidas a flores. Sobre los fondos pictóricos
estructurados en franjas paralelas, esas cintas y marañas sueltas encarnan
una intensa, gozosa sensación de libertad. Cada
pintura de Felicidad Moreno sugiere una visión más allá de
los límites de nuestro mundo, como si nos asomáramos a ella a través
del telescopio o el microscopio. Soles, planetas y galaxias que danzan ahí
afuera o diminutos infusorios pululando en el portaobjetos. Se trata de visiones
cósmicas, pero despojadas de sublimidad y solemnidad, como fragmentos de
un universo de juguete o de un caleidoscopio infantil. Los círculos, dianas
y cintas sinuosas en rosas, amarillos, verdes brillantes, evocan un mundo de Jauja
plagado de golosinas, figuritas de plástico, serpentinas y confetti, un
mundo ingenuo y gozoso a la medida de cierto anhelo de felicidad.
Guillermo SOLANA
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